jueves, 3 de marzo de 2011

Promesas.

Habían pasado cinco meses desde aquel último día del noviembre de 1999, y aun no había logrado sacársela de la cabeza. Cinco meses infernales en los que recordaba todos y cada uno de los días todos los momentos que habían pasado y que no volverán.
Un día, dando una vuelta por el parque donde solían ir, vio un cartel de un concierto. En él aparecían cinco chicos en la pantalla de una tele. No le prestó atención. A la semana siguiente escuchó un tema en la radio. La letra decía "prometo no seguir viviendo así, prometo no pensar en tí, prometo dedicarme solamente a mí'. Esas tres frases retumbaron en su cabeza sin parar. "Nunca más escucharé tu voz". Tiene que enterarse de quién canta esa canción. Al final, C. está pendiente de escuchar el nombre del grupo, pero la locutora no lo dice. Sólo que la canción pertenece a un disco llamado 'Fin de la primera parte'. Esas frases le han marcado tanto que necesita saber quién las ha escrito. Decide ir a la tienda de discos. Va uno por uno. Por orden alfabético. Mirando todas las portadas. Hasta que llega a la P. Piratas. 'Fin de la primera parte'. Y los cinco chicos mirándole desde dentro de la televisión. Y le da la vuelta al disco sin saber lo que Iván Ferreiro y compañía van a significar para él.


Nada significa nada.

miércoles, 23 de febrero de 2011

Allí donde solíamos gritar.

M. y C. Dos iniciales. Dos nombres. Dos personas. Una relación. Una historia. Tres años y siete meses de besos, de abrazos. De momentos. De discusiones. De reconciliaciones. De mañanas inolvidables en parques. De paseos. De tirarse en la hierba a jugar a ver formas en las nubes. De fotos. De tardes de cafés. De comer helados en un banco viendo a la gente pasar. De imaginarse historias. De correr por el metro. De noches de rock and roll. De cantar, saltar, gritar. De desayunos juntos. De quedar para comer y que ella siempre llegue tarde. De los 17 de cada mes. De mirarse a los ojos. De soñar uno con el otro. De llamadas. De mensajes. De escapadas. De canciones. De grabar con compás sus iniciales en los árboles. De agarrarse de la mano. De viajes. De aviones. De noches viendo la Torre Eiffel desde la habitación del hotel. De escribir su frase en la pared de Abbey Road. De recuerdos. Hasta que un día, sin saber porqué, C. encuentra una nota en la que pone:

¿Si tu magia ya no me hace efecto, como voy a continuar?
Sí. Es de John Boy. Ese que tanto odias.
Esto ya no funciona.
Cada vez más tú, y cada vez más yo, sin rastro de nosotros.
Lo siento.
M.